El absurdo del pleonasmo

Pleonasmo

En torno al Pleonasmo se encuentran cosas divertida. Les dejo un texto. Se dice que está escrito por un “Anónimo desconocido” para empezar con el primer pleonasmo.

Todos los que hablamos español (o casi todos) sufrimos de “pleonastitis”, una dolencia congénita para la cual no se conocen ni vacunas, ni antibióticos. No tiene cura, tampoco nos mata. Pero, cuando no se controlada, molesta (y bastante) a quien convive con el paciente. El sintoma de esta dolencia es la verbalización de pleonasmos (o redundancias) que, con o objeto de reforzar una idea, acaban por conferirle un sentido casi siempre patético.

El diccionario lo define así: PLEONASMO es el uso innecesario de una o más palabras que se añaden a una oración con la idea de hacerla más clara, pero no aporta expresividad ni añade nada nuevo al significado de la frase. En resumen en una redundancia : se repite de forma distinta lo ya dicho. La redundancia no cumple ninguna función; por eso su uso no está justificado. Aquí algunos ejemplos:

  • “Persona humana”. Una persona es un ‘individuo de la especie humana’.
  • “Prever con antelación”. Prever es ‘ver con anticipación’.
  • “Un mendrugo de pan”. Un mendrugo es un ‘pedazo de pan duro o desechado’.
  • “Volver a insistir”: Insistir significa ‘repetir o hacer hincapié en algo’.
  • “Losa de piedra”. Una losa es una ‘piedra llana’.
  • Añadir es agregar después.
  • No se puede añadir/agregar antes.
  • “Progresar positivamente”. Progresar implica positividad; significa ‘avanzar, mejorar, hacer adelantos en determinada materia’.
  • “Pequeña casita”. El sufijo –ita tiene valor diminutivo.
  • “Nexo de unión”. Nexo equivale a ‘unión, lazo, nudo’.
  • “Accidente fortuito” – un accidente es fortuito o no es accidente.
  • “Avanzar hacia delante” – no es idiomático, ¿acaso se puede avanzar hacia atrás?
  • “Hecho real” – si no es real, no es hecho.
  • “Obsequio gratuito” – si no es gratuito, no es obsequio.
  • “Pensar para sí” – no se puede pensar para otro.
  • “Polos opuestos” – los polos son opuestos por definición.
  • “Supuesto hipotético” – todo supuesto es hipotético.
  • “Testigo presencial” – todo testigo es presencial.
  • “Tubo hueco” – si no es hueco, no es tubo.
  • “Acceso de entrada” – Acceso significa entrada o paso.
  • “Buena Ortografía” – Ortografía es la “correcta escritura”, por lo que “buena” es innecesario.
  • “Cita previa” – Una cita siempre tiene que haber sido previamente acordada.
  • “Protagonista principal” – El protagonista, siempre es el personaje principal
  • “Lapso de tiempo” – Lapso es un período de tiempo transcurrido.

Y los más comunes:

  • Salir al exterior
  • Conclusión final
  • Demencia cerebral
  • Vuelvo a reiterar
  • Colaborar junto
  • Divisas extranjeras
  • Utopía inalcanzable
  • Olvido involuntario
  • Mitades iguales
  • Gritar alto
  • Arde en llamas
  • Estrenar por primera vez
  • Relación bilateral entre dos países
  • Voy a salir afuera
  • Le vuelvo a repetir

No se encierre, porque si piensa que por quedarse en casa estará a salvo de la “pleonastitis”, tengo otra notícia para usted. Y es que la televisión es, con “certeza absoluta”, la “principal protagonista” de la propagación de este virus.

Redacción: puntuación

puntuacion

Es más difícil puntuar correctamente que colocar correctamente los ace­ntos, porque si bien las reglas de los primeros son claras y obligato­rias, las de los signos de puntuación son muchas veces optativas: una per­sona colocará una coma donde otro pondría un punto, un punto y coma, o qui­zá nada. Por ello, más que reglas, se debe hablar de recomendaciones en el uso de los signos de puntuación.

Los signos de puntuación intentan suplir en la escritura a la entona­ción y las pausas. Me explico: la misma oración estás acostado puede signi­ficar cosas distintas dependiendo de que tenga la entonación de una pregun­ta, de una afirmación o de una exclamación de sorpresa. Necesitamos dife­ren­ciar estas entonaciones por medio de algún tipo de signo. Lo mismo suce­de con las pausas: una coma puede hacer variar dramáticamente el significa­do de una oración. Se dice que el zar Pedro el Grande tenía unos impresos preparados en los que ponía matar no tener piedad con los que firmaba las penas de muerte o sus conmutaciones. Si quería ejecutar al reo, ponía la coma tras matar: matar, no tener piedad; si por el contrario quería que la pena no fuera llevada a cabo, ponía la coma tras no: matar no, tener pie­dad. Sin llegar a estos extremos de truculencia, pensemos que no es lo mis­mo decir Elena, te llama Juan, que Elena te llama, Juan. La colocación de estos signos es, pues, portadora de un significado, por lo que hay que pen­sar muy seriamente si hay que colocar un signo o no y dónde.

Algo que hay que tener muy en cuenta es que, si bien todo signo de puntua­ción distinto de las comillas implica una pausa en la entonación, no toda pausa debe ser señalada por medio de una coma u otro signo, ya que hay pau­sas en el discurso que son puramente respiratorias, que se hacen inde­pen­dientemente de la puntuación para poder aspirar aire. No se deben esca­timar las comas, pero un uso excesivo de ellas suele resultar agobiante por lo entrecortada que deja la lectura.

Los signos de puntuación son:

  • Coma
  • Punto y coma
  • Dos puntos
  • Punto (punto y seguido, punto y aparte, punto final, punto de abreviatura
  • Puntos suspensivos
  • Paréntesis
  • Corchetes
  • Raya (guión largo)
  • Guión
  • Comillas
  • Signos de admiración
  • Signos de interrogación

Normas generales de redacción

lapiz

Toda redacción, no importa el tema o extensión, debe ser un todo armónico; con una lógica comprensible; con un orden, pulcritud y sentido, para ello es necesario tener en cuenta las pautas siguientes:

  • Pensar bien el tema propuesto. Si ni se maneja o no se conoce a fondo la temática que desea tratar, es importante referirse a ella cabalmente. Se aconseja documentarse sobre el tema propuesto, para de ese modo adueñarse de su contenido.
  • Trazar un plan o guión. Un plan bien organizado es la base de una buena ejecución. Nos evita contrasentidos, repetición de ideas, falta de lógica, incoherencias, etc. Un plan previo nos permite tratar cada cosa a su debido momento; ayuda a situar los hechos, trabar la acción y llegar al desenlace de un modo natural y armónico. Este esquema de trabajo evita tener que retocar, añadir, acortar o trasladar frases o conceptos, que no estarían en su lugar si antes no lo hubiéramos ordenado.
  • Escriba con sencillez y naturalidad. Evite ampulosidad o grandilocuencia; generalmente son impropias en una redacción simple y sencilla. Valery daba este consejo: “Entre dos palabras debe escogerse la menor”. O sea, la menos ambiciosa, la menos estridente, la más modesta. Aunque escriba sobre un tema complejo, refiérase a él de un modo sencillo; tenga en cuenta que su finalidad es comunicar su pensamiento y no hacer gala de erudición.
  • Escriba con claridad. La claridad es fundamental en un texto escrito. Toda frase mal construida es, inevitablemente, oscura e incomprensible. La claridad de ésta reside fundamentalmente en la gramática. Por eso, tenga en cuenta las concordancias, la correlación de tiempo, el empelo adecuado de las proposiciones, etc. No escriba párrafos muy largos; éstos, si no están bien escritos, dan la impresión de pesadez y de escasa agilidad. Su construcción requiere cierta destreza. Emplee párrafos cortos, puntos y aparta, frases breves.
  • Utilice las palabras con precisión. Debe evitar el uso de barbarismos o vulgarismos de mal gusto, que son sinónimos de pobreza de vocabulario. No utilice voces o palabras de significación muy amplia y ambigua (como la palabra “cosa”), que por su misma amplitud no apunta a nada específico. Prefiera siempre la palabra concreta, que designe objetos y seres, a la palabra abstracta. Si, para los efectos de redacción, se ve en la necesidad de recurrir al uso de sinónimos, procure escoger el más adecuado.
  • Use correctamente los signos de puntuación. Los puntos, las comas, los signos de interrogación o de admiración, deben estar bien colocados; caso contrario, modifican radicalmente el sentido de la frase, y dificultan la comprensión de la misma.
  • Realice primero un borrador. Nadie, excepto una persona con mucho oficio, es capaz de hacer un escrito perfecto en el primer intento. Siempre existe alguna dificultad: puede que un giro quede mal construido, o que el adjetivo usado no sea el más adecuado, o que una idea secundaria haya quedado inconclusa, etc. Haga siempre un borrador y sométalo a un exhaustivo trabajo de pulimento. Revise cuidadosamente la forma y el contenido.
  • Profundice su lectura y conocimiento del idioma. Lea mucho, sobre todo a grandes escritores; fíjese en su prosa, analice su modo de expresarse, su arte de componer la narración, una escena o un retrato, la construcción del diálogo; ellos son y serán siempre el mejor procedimiento para aprender a redactar. También debe existir un progresivo conocimiento del idioma y un mayor dominio del vocabulario.

Redacción

redaccion

Toda expresión que se valga de la palabra escrita, logra su propósito de comunicación mediante el arte de redactar. Redactar, que etimológicamente quiere decir “poner en orden”, consiste en expresar por escrito los pensamientos e ideas previamente ordenadas. El propósito de la redacción es combinar palabras, frases, períodos, párrafos y textos, para, a través de ellos, verter ideas ya elaboradas, de manera que se produzcan en un todo armonioso, capaz de ser debidamente comprendido. En otras palabras, la redacción podría definirse como una composición literaria en la que se desarrolla, de una manera completa, correcta y elegante, un tema determinado, dentro de ciertos límites de amplitud.

La redacción es fundamental si deseamos consignar algo por escrito. Cualquier texto que queramos suministrar, cualquier impresión que deseemos transmitir a través de la palabra escrita, no son ni más ni menos que una redacción. Su trascendencia es enorme, pues, si bien la palabra transmitida en forma oral, vuela y se desvanece, lo escrito, por el contrario, se perpetúa: puede leerse, releerse, meditarse, y, a través de ello, el lector puede formarse una idea completa de lo que piensa y quiere decir el escritor. Debido a ello, es muy importante que se tome en cuenta lo siguiente:

  • Al inicio, antes de escribir, se debe pensar qué se va a escribir.
  • Es necesario saber qué mensaje se desea comunicar.
  • Debe preguntarse sobre a quién va destinado lo escrito.
  • Utilizar el tono y el lenguaje apropiados en la escritura.

La forma y el fondo.

Todo tipo de redacción, como cualquier manifestación literaria o artística, debe poseer dos elementos básicos, que son la forma y el fondo, ya que de nada sirve tener ideas originales y acertadas, si no se pueden expresar con la debida corrección. Tampoco reporta utilidad tener un amplio dominio del idioma si no se tiene nada que decir.

La forma, el cómo decirlo, es el modo particular que se posee de expresar una idea, lo que llamamos técnicamente redactar. Resulta un poco difícil instituir normas rígidas y concretas sobre la manera de redactar, ya que la expresión de nuestros pensamientos, sentimientos, emociones, vivencias y conceptos está sujeta a fenómenos tanto artísticos como científicos. En el primer caso, la expresión de nuestros pensamientos está atada al entorno y variaciones del momento, del lugar, la moda, etc. En el segundo, está cambiando a cada instante por los procesos de la fonética, la lingüística y la gramática, debido a que el idioma evoluciona día a día.

Por otra parte, la forma o el modo de expresarse es algo personal que está íntimamente ligado a factores tan distintos, como son la educación, el temperamento, el medio ambiente, etc., que no se puede hablar en un estilo único y perfecto. Cada persona tiene su manera, y crea su propio estilo de redacción; así puede deducirse que hay tantos estilos como personas.

Establecer una forma de redactar equivale a formarse un estilo. Para ello es necesaria además de una cierta predisposición natural, una labor asidua y un gran sentido de superación; y por eso comporta, a un tiempo, estudiar actitudes, pulir la sensibilidad, perfeccionar los gustos, desarrollar las dotes de observación, orientar los sentimientos, elevar el espíritu hacia nobles ideales; en pocas palabras, definir una forma de redactar es equivalente a definir la personalidad.

El fondo. Toda redacción debe versar, claramente, sobre algún tema propuesto de antemano. Entonces, las ideas sugieren dicho asunto y que han de servir para su desarrollo, constituyen el fondo de la redacción. En otros términos, el fondo equivale a qué decir.

Algunas causas que colaboran a una mala redacción, y que deben evitarse, son las siguientes:

  • Comprender mal el tema.
  • Enfocarlo desde un ángulo indebido.
  • Tratarlo en forma parcial.
  • Dar mayor importancia a los aspectos secundarios que a lo principal.
  • Desarrollar un tema de manera muy superficial.
  • Decir banalidades.