Enfrentar el miedo a hablar en público

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El miedo a hablar en público es uno de los mayores temores de las personas. Y no solo es un miedo que corresponda a los adultos. Los niños también tienen miedo a hablar en público, desde cosas y situaciones tan sencillas como en una tienda tener que pedir algo, preguntar algo al profesor en clase, como otras más complicadas como hablar delante de toda la clase. Sin embargo ser capaz de desenvolverse en ese tipo de situaciones les será de gran ayuda para defender sus derechos y comunicar sus puntos de vista.

¿Por qué nos da miedo hablar en público?

El miedo a hablar en público viene de un temor a ser juzgados negativamente por parte de los demás. La crítica negativa nos genera temor que desencadena vergüenza y nos limita. Este temor es natural ya que nuestro bienestar dependerá en gran parte de la aceptación por parte del grupo social, y además nuestra autoestima se asienta en esos juicios que nos hacen los demás y sobre todo en cómo nos sentimos en relación a dichos juicios.

En el caso de los niños el miedo se acentúa, ya que las mismas razones cobran una mayor fuerza en esta etapa. En la infancia, se está formando la identidad y los juicios negativos tienen consecuencias más negativas, además en esta etapa tiene mucha más importancia ser aceptado por el grupo. Es por ello que el temor a la crítica negativa se encrudece en estos momentos.

¿Qué podemos hacer para que no teman hablar en público?

  • Posibilita las experiencias para que puedan hablar en público. Deja que pidan algo en la tienda, que hablen con otros adultos de la familia o amigos. A menudo tendemos a hablar por ellos, ya que pensamos que les hacemos un favor al explicarnos nosotros mejor. Es cierto que el adulto tiene un mayor dominio del lenguaje y de la comunicación y que nos explicaremos mejor y más rápido, pero también es cierto que si lo hacemos así no le dejamos probar sus capacidades y sobre todo comprobar que no pasa nada, que no tiene por qué recibir críticas negativas.
  • Evita hacer tu mismo críticas negativas, burlas o comentarios. A menudo nos puede parecer gracioso que el niño se lie al explicarse, que se ruboricen cuando alguien les pregunta algo y tienen que responder, etc. Esos mensajes pueden ser interpretados como una burla por el niño y no tomárselo bien.
  • En lugar de eso le animaremos a explicarse, y si se ruboriza o se lía, lo trataremos con naturalidad, explicándole que no pasa nada, que es algo normal que nos pasa a todos de vez en cuando.
  • En el caso de niños tímidos o con más dificultades para hablar, no les presiones o fuerces a ello, ya que conseguirás el efecto contrario. Si se siente presionado se pondrá más nervioso y le costará más hablar en público. En lugar de eso le tranquilizamos, le ayudamos, podemos ensayar en casa, comenzar por grupos reducidos, con pocas personas, etc. También le ayudamos a coger confianza para que poco a poco se vaya soltando.

Celia Rodríguez Ruiz

Psicóloga y Pedagoga

Juegos: hablar en público

Hablar en público resulta, para la mayoría de adultos y niños, una actividad desagradable. Nuestro pulso se acelera, la respiración se entrecorta, las manos nos tiemblan…  Las emociones tienden a jugarnos una mala pasada en esta situación.

Esto es debido a que, por lo general, ponemos poco en práctica esta habilidad hasta que la necesitamos, que es ya de adultos. No obstante no hay que preocuparse, ¡las noticias son buenas! Es una competencia que se puede (y se debe trabajar) ya desde la escuela y además es posible hacerlo con trucos y consejos sencillos que no requieren ninguna preparación.

Eso sí, hay que tener en cuenta que para las actividades que explicaremos a continuación el clima en el aula ha de ser relajado, y el alumno ha de sentirse cómodo. No se aprende a hablar en público de un día para otro y, por supuesto, la dedicación y la paciencia son buenas virtudes para conseguirlo. Además, aquel niño que presenta dificultades para expresarse delante de sus compañeros o profesores por timidez o vergüenza no puede dar el paso repentino de debatir delante de un auditorio lleno. Ha de pasar primero por pequeños retos intermedios, es la única manera sana y ajustada a sus necesidades. Por esto, las actividades que propongamos en clase han de incrementar paulatinamente el ratio de alcance de la voz de nuestros alumnos y adecuarse al ritmo de aprendizaje de cada uno.

Ahora sí, prepara tu voz, deja a un lado tu vergüenza y… ¡a hablar!

El discurso del rey

Los jugadores, en grupos de 7 personas, se colocarán en círculo y uno de ellos empezará la ronda a modo de pregonero diciendo en voz alta “El rey manda que…”. El siguiente le contestará completando la frase: “Los lunes se coman siempre patatas fritas”, por ejemplo.

El turno pasará al siguiente jugador teniendo en cuenta las agujas del reloj y, entonces, tendrá que repetir lo dicho hasta el momento y añadir un elemento nuevo al discurso. Por ejemplo: “El rey manda que los lunes se coman siempre patatas fritas y los cortesanos vistan con bañador.”

El siguiente jugador repetirá nuevamente la frase completa y añadirá un nuevo ingrediente: “El rey manda que los lunes se coman siempre patatas fritas, los cortesanos vistan con bañador y los sapos lleven vestido”. Así, los turnos irán pasando sucesivamente entre los participante hasta llegar nuevamente al pregonero, el jugador que inició la ronda. Este tendrá que colocarse sobre la mesa, aclarar su garganta, poner pose de paje y, a modo de discurso real, proclamar con voz firme y clara lo que se ha ido repitiendo.

“Lo que no sabías de…”

Los participantes irán caminando por la clase mientras que suena la música y, cuando se detenga, se situarán frente a la persona que se encontraba más cerca. Entonces, deberán responder al oído de este compañero las cuatro preguntas que el docente pronunciará en voz alta.

Por ejemplo, puedes escoger entre estas o inventar otras: ¿Cuál es tu color favorito?; explícale a tu compañero un día en que pasaste mucho miedo; dile a tu compañero cómo se llama tu mascota y por qué le pusisteis ese nombre; ¿qué película te llevarías siempre a una isla desierta y por qué?; ¿cuál es el sitio más bonito que has visitado de vacaciones?; ¿qué comida detestas?; si pudieses viajar a un sitio ahora mismo, ¿dónde irías?

A partir de las respuestas obtenidas, el compañero tendrá un minuto para explicar al resto de la clase los descubrimientos que ha hecho sobre su amigo. Entonces, podrá hacer una sencilla presentación oral o, si se atreve, inventar un rap, un trabalenguas o una adivinanza.

Lo más importante de esta actividad no es que el alumno realice un discurso muy elaborado; sino que se atreva a situarse frente a la clase, a romper esa barrera, y explicar algo que, al no ser una historia en primera persona, no le debería dar tanta vergüenza.

El pozo de los miedos

Antes de hablar en público, son los miedos y sensaciones negativas florecen en nuestro cuerpo, y es bueno ser consciente para poder gestionarlas y ponerles solución. Durante este ejercicio, pediremos a nuestros alumnos que se sitúen en parejas y escriban en papelitos todas las emociones desagradables que sienten cuando han de salir a hablar frente a alguien.

Por ejemplo, pueden poner lo siguiente: “siento que mis manos arden”, “las mejillas me queman”, “noto que me cuesta respirar”, “siento que quiero darme la vuelta”, “pienso que me caeré delante de todos”, “me imagino que tropiezo”, etc. Pueden ser tanto expresiones físicas como pensamientos malos.

A continuación, les diremos que rompan con todas su fuerza esos papeles, los pisen, los arruguen, los destrocen… y los lancen a un pozo imaginario (habremos marcado en el suelo de la clase con tiza una circunferencia) donde caen y ya no pueden salir. Seguidamente, les diremos que cierren los ojos e imaginen que han que hacer una exposición importante. Esta vez la harán genial, tan bien que saldrán muy contentos de ella. Además el público les aplaudirá y sentirán cómo su pecho se llegan de orgullo. Ya nada tiene que ver con los miedos e inseguridades de antes, son una persona nueva.

Me gusta creer que no existen los malos oradores, sino falta de práctica. Así que, ha llegado el momento de poner a raya nuestro pánico escénico y atrevernos a continuar creciendo y aprendiendo, ¿no te parece?

Trucos y malos hábitos al hablar en público

malosHabitos

Algunos de los trucos para hablar en público son:

  • No leas tu discurso, pero prepara medios audiovisuales
  • Manten un dialogo con la mirada
  • Es mejor gesticular que bloquearse por los nervios
  • No pongas las manos en los bolsillos
  • No moverse demasiado, pues transmite inseguridad
  • En las exposiciones, las pausas son muy importantes
  • No hay que ponerse a la defensiva. Mucho menos ante las preguntas.
  • Es mejor una anécdota a un chiste
  • Viste conforme la ocasión

Los 10 malos hábitos y las recomendaciones de como evitarlos son:

  • Exposición limitada a lectura de notas: Repase su material hasta absolberlo totalmente, hasta asegurarse que lo puede explicar sin notas. Practique.
  • Se evita el contacto visual: Mantener el contacto visual con la audiencia por lo menos el 90% del tiempo. La revisión de apuntes, debe tomar sólo unos segundos. Sea usted y no la dispositiva quien se dirija a la audiencia.
  • Descuidar la vestimenta: Vista apropiadamente para el auditorio, esforzándose por estar vestido un poco por encima del promedio del auditorio.
  • Mostrarse inquieto, nerviosismo: La solución es simple. ¡No se inquiete! A partir de ahora grabe sus presentaciones o ensayos, identificará sus defectos y podrá superarlos.
  • No ensayar la presentación: Tome en cuenta las recomendaciones de Jhon Chambers CEO de CISCO quien pasa horas ensayando cada componente de sus presentaciones, de su material, de la secuencia de sus diapositivas, del momento en el cual va a caminar entre la audiencia, etc.
  • Permanecer en posición de atención: Muévase, camine, utilice los gestos de la mano. Los grandes comunicadores mueven al auditorio con la voz y el cuerpo.
  • Repetir lo que está escrito: No escriba muchas palabras en la diapositiva. Una buena regla es no más de cuatro palabras por línea y no más de seis líneas. Incluya una historia, anécdota o ejemplos para agregar variedad al contenido.
  • Discursos demasiado largos: Corrija todo lo que usted va a decir. ¿Qué puede cortar? Sea cuidadoso y sucinto.
  • El no poder generar expectativa en el oyente: Proporcione a sus oyentes, una razón para mantenerse despiertos.
  • El terminar con una ausencia de inspiración: Al finalizar resuma su presentación, pero deje a sus oyentes con un pensamiento dominante, algo que no sabían, una razón para que no se olviden de su presentación.

Todos estos hábitos desaparecerán con la práctica y si usted ha repasado su material muchas veces no dude en que realizará una presentación fantástica.