Fidelidad y ruido en el proceso comunicativo

ruido

Los conceptos de fidelidad y ruido guardan una estrecha relación con el concepto de comunicación. Hemos visto que existe siempre un propósito, una intención en quien inicia la comunicación, y ello, a su vez, producirá una respuesta. Esto significará que todo comunicador (emisor) esperará que su mensaje llegue de modo tal que cause la respuesta deseada. Decimos entonces que existe fidelidad en el proceso de la comunicación cuando aquel que interpreta el mensaje, lo realiza con una precisión absoluta.

El concepto de ruido se introduce a partir de la comunicación mediante tecnología electrónica. El ruido es así una interferencia que dificulta que los mensajes lleguen adecuadamente distorsionando la calidad habitual de una señal. De este modo entendemos que fidelidad y ruido son dos aspectos contrapuesto de un mismo fenómeno:

  • A mayor ruido menor fidelidad.
  • A menor ruido mayor fidelidad .

Desde la perspectiva del emisor, existen cuatro factores que pueden contribuir a aumentar la fidelidad en un mensaje, estos son:

  1. Habilidades en la comunicación: Éstas son hablar y escribir (encodificadoras) y leer y escuchar (decodificadoras), la cuarta habilidad es la capacidad de comprender o reflexionar, si bien esta última habilidad no es necesaria para el proceso de codificación-decodificación resulta esencial está implícita en el propósito comunicacional.
  2. Las actitudes: Afectan el modo en que el emisor se comunica. La actitud influye en relación al emisor en sí mismo, en relación al tema que se ocupa, y hacia el receptor al que se dirige.
  3. Nivel de conocimiento: No se puede comunicar lo que no se sabe. Naturalmente cuando mayor sea el conocimiento respecto al tema que ocupa el mensaje mayor será la fidelidad del mismo.
  4. Sistema sociocultural: Todos aquellos grupos a los cuales pertenece el emisor le han dado valores y normas que ha incorporado. El emisor posee una percepción propia del sitio que ocupa en el mundo social y esta percepción influirá en su conducta comunicacional.

Si consideramos estos mismos factores desde el punto de vista del receptor observaremos que son los mismos factores de los cuales depende la fidelidad del mensaje. Hemos visto que la comunicación es un proceso dinámico dado que los roles de emisor y receptor se invierten y retroalimentan.

También pueden existir casos de ruido en el canal. Es el caso tradicional de interferencias externas al proceso de comunicación. Imaginemos una pareja en una bailando en una fiesta. El muchacho le pregunta algo a su compañera, pero el volumen de la música es tan elevado que no pueden llegar a entenderse.

Proceso comunicativo

Cuando decimos que el concepto de comunicación se refiere a un proceso nos referimos a un fenómeno que presenta continuación a lo largo del tiempo. Dentro de este concepto cabe entonces esperar una situación dinámica es decir que las relaciones que se establecen se transforman continuamente en un permanente devenir. Los componentes de un proceso «interaccionan» ya que cada una de las partes influye sobre las demás. La teoría de la comunicación refleja así un concepto de proceso. No es posible aceptar que los acontecimientos y/o componentes puedan ser separados de otro hecho o componente. No se puede, por lo tanto, hablar del principio o del final de la comunicación o determinar que una idea en especial proviene de una fuente específica porque la comunicación se produce de un solo modo.

Sólo una vez que tenemos bien definido el concepto de comunicación como un proceso podemos iniciar el estudio de los distintos componentes que integran el modelo del proceso de comunicación.

Elementos del proceso comunicativo

Podemos decir que toda comunicación humana tiene alguna fuente, es decir, alguna persona o grupo de personas con el objetivo y la razón necesaria para establecer una comunicación. A partir de este punto surge la necesidad de un segundo componente.

El propósito de la fuente requiere ser expresado en forma de mensaje. La traducción de las ideas de la fuente en un mensaje requiere de las funciones encodificadoras, asumidas por el emisor del proceso. En la comunicación humana las funciones ecnondificadoras pueden ser consideradas como una conducta física ya que implica acciones fisiológicas y motoras (intelectuales). En el caso de los mensajes masivos, se requiere de tecnologías especializadas. La fuente y el emisor, a menudo pueden coincidir, pero en otros casos representan dimensiones totalmente diferentes.

proceso

El mensaje, es el contenido expresado y el medio o canal el vehículo por el cual se conduce el mensaje. La función decodificadora es el proceso inverso que realizara el emisor y es asumido por el receptor del mensaje. Finalmente, el receptor, que es quien recibe, puede transformarse en un nuevo emisor iniciando el «feed-back» o retroalimentación del sistema a través de lo cual se confirma la dinámica del proceso.

Esta descripción es naturalmente, una simplificación del proceso de la comunicación cuya finalidad es claramente didáctica. En el plano real se trata de un sistema mucho más complejo en el cual existen redes de mensajes superpuestos y paralelos que se influyen entre sí y que hacen a la naturaleza dinámica de la comunicación.

En resumen, en todo proceso de comunicación existen los siguientes elementos:

  • Emisor. Persona que transmite algo a los demás.
  • Mensaje. Información que el emisor envía al receptor.
  • Canal. Elemento físico que establece la conexión entre el emisor y el receptor.
  • Receptor. Persona que recibe el mensaje a través del canal y lo interpreta.
  • Código. Es un conjunto de signos sistematizado junto con unas reglas que permiten utilizarlos. El código permite al emisor elaborar el mensaje y al receptor interpretarlo. El emisor y el receptor deben utilizar el mismo código. La lengua es uno de los códigos más utilizados para establecer la comunicación entre los seres humanos.
  • Contexto. Relación que se establece entre las palabras de un mensaje y que nos aclaran y facilitan la comprensión de lo que se quiere expresar.

 

Las palabras comunican

hablarEntramos ahora a algunas consideraciones generales sobre el proceso comunicativo en lo que respecta, a la conducta verbal, la percepción y la comunicación. A través de los años, un considerable número de investigadores interesados en la relación que existe entre el lenguaje y el pensamiento han formulado algunos principios para superar los problemas que surgen por no comprender cómo el lenguaje y la percepción afectan la comunicación. Las consideraciones sobre la conducta verbal que a continuación presentamos no son las únicas pero sí las más importantes.

Las palabras son etiquetas de los objetos

Un mapa de México sólo es una representación del territorio mexicano, pero jamás se puede decir que dicha representación es México en sí mismo, ya que México incluye no sólo superficie y contornos, sino también habitantes, cultura, idiosincrasia, etc. Lo mismo sucede con las palabras, que son representaciones de objetos. La diferencia entre los mapas y las palabras es que mientras que los primeros se emplean para representar objetivamente una superficie, las palabras son utilizadas en ocasiones de manera subjetiva y parcial para caracterizar a las personas v a los objetos. El fracaso derivado de la incomprensión de este principio puede, en cierto momento, obstaculizar la comunicación. Rechazar a un alumno porque otros lo han tachado de «flojo» o «demagogo» es un ejemplo clásico de la confusión de mapa y territorio. De este modo, la palabra flojo impuesta a un alumno por un maestro es solamente una valorización subjetiva que no corresponde al comportamiento total del alumno.

El significado de las palabras reside en el uso que les da una comunidad

Las palabras tienen significados convencionales que reflejan la forma en que son empleadas por una comunidad. Cuando la comprensión de una palabra se nos dificulta, la reacción más común será recurrir al diccionario. Pero si el hablante no la está usando de acuerdo con la definición dada por el diccionario, de nada nos servirá éste. Ante esta situación, lo más conveniente es preguntar al hablante sobre el significado que para él tiene dicha palabra.

Así tenemos que mientras en el Norte de México se le llama a un chiquillo «huerco», en otras partes se le llama «mocoso». Si somos del Norte y nos encontramos en otro lugar del país y a nuestro hijo le dicen «mocoso», nos sentiremos molerlos y podríamos incluso enojarnos, pues la palabra indica para los norteños «lleno de mocos», que no es un cumplido agradable. Sin embargo, en otros lugares es sólo una denominación común para un niño. Por esto, no hay que olvidar que el significado de las palabras reside en el uso que les da una comunidad; de ahí la necesidad de preguntar y considerar el sentido que las palabras tienen para el emisor.

Las palabras tienen acepciones múltiples

Ésta es una razón adicional del porqué los diccionarios, no pueden ayudarnos a determinar con precisión lo que para una persona de cierta comunidad significa una palabra. Por ejemplo, de acuerdo con el diccionario, guayo significa: animoso, bizarro y resuelto; que desprecia los peligros y los acomete; ostentoso, galán, lúcido en el modo de vestir y presentarse; bien parecido; pendenciero y perdonavidas; y en estila picaresco, galán que festeja a una mujer. Imagina el problema que esto podría provocar si, por ejemplo, llegamos a Chile y decimos «¡qué mujer más guapa!», cuando ahí una mujer guapa es una mujer agresiva. El diccionario trata de recoger las acepciones más usuales de una palabra, pero no puede incluirlas todas. Por ello, no siempre nos indica cómo interpretar una palabra en una situación determinada. En estos casos, a los que nos enfrentamos diariamente, es necesario tener en cuenta no sólo el contexto donde se enuncia un juicio, sino también la experiencia del receptor y del emisor.

El lenguaje es autorreflexivo

Una característica del lenguaje es el hecho de que siempre podemos decir más acerca de cualquier cosa. Un ejemplo muy claro de autorreflexión (o sea, hablar acerca de lo que hablamos) es la del vendedor que inventó un desmanchador que removía las manchas dejadas por los desmanchadores. La importancia de este ejemplo radica en señalar el peligro de distorsionar la realidad cuando hablamos acerca de lo que hablamos: a menos que seamos muy cuidadosos, gran parte de nuestra comunicación se puede ir enroscando de manera que puede terminar por tener ya poca relación con el mundo real. Esto es tan común que se ve reflejado en la expresión «ya no sé ni lo que estoy diciendo». Por ello, es indispensable tener conciencia de nuestras metas y necesidades para seleccionar las palabras y las frases que mejor se ajusten a nuestros objetivos. De esta manera, se restringen las posibilidades de enroscarse en una plática sin sentido y, por tanto, se facilita la comunicación entre emisor y receptor. Para ilustrar lo anterior, presentamos el siguiente ejemplo de enroscamiento:

Yo creo que en estos tiempos, la comunicación, si la consideramos como un proceso de transmisión en dos sentidos, en el que emisor y receptor interactúan analizando un poco la interacción como influencia recíproca en la que emisores y receptores participan de una visión del mundo y de las rosas, que puede o no ser la misma, y sin embargo es asombroso cómo este complejo sistema de comunicación oral, basado sólo en mensajes construidos por sonidos y vocabulario finito, puede generar toda clase de estructuras sintácticas, pero… bueno, ya olvidé a lo que iba…

El emisor perdió su mensaje original hasta el punto de que su objetivo primordial se diluyó en sus explicaciones que bien pudieron ser omitidas o analizadas de manera que apoyaran su objetivo.