Archivo por meses: abril 2016
Yo tb tq
Yo tb tq. Interesante cortometraje para tratar los diferentes códigos entre la comunicación en directo cara a cara y la comunicación a través de una aplicación de mensajería instantánea, códigos que si no se conocen, pueden generar más de un problema.
La comunicación en la red tiene sus propias maneras, no en vano, los iconos fueron inventados para evitar confusiones en el tono de los mensajes y transmitir emociones.
Creatividad para escribir
Leer para mejorar la escritura
Si te decimos que a la mayoría de los escritores les gusta leer no te estamos revelando nada nuevo.
Pero si te decimos que TODOS los escritores deberían hacer de la lectura una de sus principales actividades, tal vez creas que estamos exagerando.
En absoluto. La lectura profunda y continua es el mejor curso de escritura que podrías estar haciendo. Y lo mejor: es gratis.
Cuando lees, mejoras tu dominio del lenguaje y aprendes a expresarte mejor. Pero también aprendes el dominio de las estructuras narrativas, la forma en que se gradúa la tensión, se dosifica la información y se disponen los acontecimientos.
Basta con que prestes atención mientras lees para que recibas un torrente de conocimiento de los mejores escritores de la historia de la literatura.
Por eso te contamos nueve maneras de utilizar la lectura para mejorar tu escritura:
1. Usa la lectura como inspiración
La inspiración es importante a la hora de escribir.
Y la lectura te proporciona toneladas de ella porque te traslada a otras épocas o a otros mundos, te presenta el punto de vista y las ideas de otras personas, te muestra una infinidad de personajes y despliega ante ti las más variopintas situaciones.
Si lees todos los días verás que las ideas para nuevas historias afluyen a ti sin parar porque tendrás un rico acervo del que hacer uso.
2. No te limites a leer libros del género que escribes
¿Escribes novela romántica o fantasía y solo lees novela romántica o fantasía? Pues déjanos decirte que haces mal.
Esa es la manera más fácil de caer en los clichés propios de cada género y escribir historias poco profundas y trilladas.
Sin embargo, cuando lees novelas de otros géneros, cuando lees las obras clásicas de la literatura universal, cuando lees obras de diferentes corrientes literarias amplías tu foco.
Tu escritura se aleja de lo que es común en tu género y adquiere originalidad, porque leer te ayudará a encontrar un estilo propio e ideas nuevas.
No te aísles en un género, atrévete a conocer la increíble diversidad que hay en los libros.
3. Lee atentamente
Estudia la historia. Profundiza en los personajes. Medita sobre cómo el escritor ha dispuesto los elementos de la trama.
Cuando leas un libro no te limites a pensar “Es bueno” o “Es malo”. Analiza por qué es bueno o malo. Qué partes son las que te han gustado y por qué, o qué partes te han parecido flojas y por qué. Pregúntate cómo podría haberse hecho mejor.
Los libros, para un escritor, nunca son mero entretenimiento, sino que son una fuente inagotable de conocimiento.
Si quieres aprender a leer con profundidad y desarrollar tu juicio para captar lo bueno y lo malo de cualquier lectura, apúntate hoy mismo al Curso de Crítica Literaria. Verás que tu nivel de lectura sube y tu escritura mejora casi desde el primer momento.
4. Disfruta
Leer es divertido, así que disfruta cuando lo hagas.
Sí, acabamos de decir que se debe leer con atención. Y no es mentira.
Pero verás que cuanto más leas, más fácil te resultará realizar un análisis de la lectura en paralelo, mientras simplemente te limitas a disfrutar con la historia.
Tu cerebro entrenado captará los aciertos y los errores de la trama de forma casi inconsciente y cuando escribas sabrás replicarlos o evitarlos en tus propias historias.
Y todo ello mientras te lo pasas bien mientras lees. ¿No es fantástico?
5. Lee los libros consagrados
Literalmente hay millones de libros por leer. Y su número aumenta día a día.
Pero la vida es corta.
Así que lo mejor es dedicarse a aquellos libros que vienen avalados por el marchamo de haber gustado a miles de lectores y críticos literarios.
Puesto que los libros son la mejor escuela de escritura, ¿por qué no aprender de los mejores?
6. Lee libros malos
Se dice que no hay libro tan malo que no sea posible aprender algo de él. Y en efecto es así.
Los malos libros son ejemplos vivos de cómo no escribir.
¿El personaje es poco interesante? ¿Las situaciones inverosímiles? ¿No hay conflicto? ¿Las cosas se solucionan como por arte de magia?
Aunque te cueste, no abandones una mala lectura y toma buena nota de sus fallos, errores y defectos para evitar cometerlos en tus propias novelas.
7. Abre tu mente
Abrir la mente es precisamente uno de los principales beneficios de la lectura.
Lee dispuesto a encontrar nuevas y extrañas técnicas de escritura. A hacerte preguntas. A poner a prueba tus ideas.
Abre tu mente y saca tus propias conclusiones sobre lo que está bien y lo que está mal a la hora de escribir.
8. Cuestiónatelo todo
Esto está estrechamente relacionado con la idea de leer atentamente, y es un tema realmente importante.
Ya sea que leas un clásico consagrado o el último bestseller, cuestiónatelo todo.
Preguntarte sobre la intención del escritor al plantear de una determinada manera la trama o interrogarte sobre la motivación de los personajes, te permitirá hacer lo mismo en el momento en que te pongas a escribir.
¿Por qué elegir esa forma de contar la historia y no otra? ¿Por qué tu personaje prefiere el amor en lugar de la riqueza?
Solo cuestionando una y otra vez las decisiones que tomes lograrás dar con la mejor manera de contar aquello que quieres contar.
9. Lee libros que te enriquezcan
Un libro es el reflejo de su autor.
Si deseas escribir un libro con significado, debes conseguir que tu propia vida sea significativa.
Se trata de no conformarse y buscar las respuestas a las grandes preguntas que el hombre se hace desde que pisa la Tierra.
¿Dónde hallar la felicidad? ¿Cómo afrontar nuestra mortalidad? ¿Por qué el amor nos completa? ¿Cómo superar el dolor?
Muchos antes que tú se han planteado esas preguntas y han tratado de resolverlas en sus libros. Léelos. Aprenderás mucho, reflexionarás mucho y adquirirás un bagaje que se reflejará en tus obras.
Serás capaz de inspirar a otros, como antes otros te inspiraron a ti.
Ya lo sabes, un libro no solo puede entretener, también puede enseñarte un montón de cosas que te ayudarán a ser mejor persona y, además, mejor escritor.
Juegos: hablar en público
Hablar en público resulta, para la mayoría de adultos y niños, una actividad desagradable. Nuestro pulso se acelera, la respiración se entrecorta, las manos nos tiemblan… Las emociones tienden a jugarnos una mala pasada en esta situación.
Esto es debido a que, por lo general, ponemos poco en práctica esta habilidad hasta que la necesitamos, que es ya de adultos. No obstante no hay que preocuparse, ¡las noticias son buenas! Es una competencia que se puede (y se debe trabajar) ya desde la escuela y además es posible hacerlo con trucos y consejos sencillos que no requieren ninguna preparación.
Eso sí, hay que tener en cuenta que para las actividades que explicaremos a continuación el clima en el aula ha de ser relajado, y el alumno ha de sentirse cómodo. No se aprende a hablar en público de un día para otro y, por supuesto, la dedicación y la paciencia son buenas virtudes para conseguirlo. Además, aquel niño que presenta dificultades para expresarse delante de sus compañeros o profesores por timidez o vergüenza no puede dar el paso repentino de debatir delante de un auditorio lleno. Ha de pasar primero por pequeños retos intermedios, es la única manera sana y ajustada a sus necesidades. Por esto, las actividades que propongamos en clase han de incrementar paulatinamente el ratio de alcance de la voz de nuestros alumnos y adecuarse al ritmo de aprendizaje de cada uno.
Ahora sí, prepara tu voz, deja a un lado tu vergüenza y… ¡a hablar!
El discurso del rey
Los jugadores, en grupos de 7 personas, se colocarán en círculo y uno de ellos empezará la ronda a modo de pregonero diciendo en voz alta “El rey manda que…”. El siguiente le contestará completando la frase: “Los lunes se coman siempre patatas fritas”, por ejemplo.
El turno pasará al siguiente jugador teniendo en cuenta las agujas del reloj y, entonces, tendrá que repetir lo dicho hasta el momento y añadir un elemento nuevo al discurso. Por ejemplo: “El rey manda que los lunes se coman siempre patatas fritas y los cortesanos vistan con bañador.”
El siguiente jugador repetirá nuevamente la frase completa y añadirá un nuevo ingrediente: “El rey manda que los lunes se coman siempre patatas fritas, los cortesanos vistan con bañador y los sapos lleven vestido”. Así, los turnos irán pasando sucesivamente entre los participante hasta llegar nuevamente al pregonero, el jugador que inició la ronda. Este tendrá que colocarse sobre la mesa, aclarar su garganta, poner pose de paje y, a modo de discurso real, proclamar con voz firme y clara lo que se ha ido repitiendo.
“Lo que no sabías de…”
Los participantes irán caminando por la clase mientras que suena la música y, cuando se detenga, se situarán frente a la persona que se encontraba más cerca. Entonces, deberán responder al oído de este compañero las cuatro preguntas que el docente pronunciará en voz alta.
Por ejemplo, puedes escoger entre estas o inventar otras: ¿Cuál es tu color favorito?; explícale a tu compañero un día en que pasaste mucho miedo; dile a tu compañero cómo se llama tu mascota y por qué le pusisteis ese nombre; ¿qué película te llevarías siempre a una isla desierta y por qué?; ¿cuál es el sitio más bonito que has visitado de vacaciones?; ¿qué comida detestas?; si pudieses viajar a un sitio ahora mismo, ¿dónde irías?
A partir de las respuestas obtenidas, el compañero tendrá un minuto para explicar al resto de la clase los descubrimientos que ha hecho sobre su amigo. Entonces, podrá hacer una sencilla presentación oral o, si se atreve, inventar un rap, un trabalenguas o una adivinanza.
Lo más importante de esta actividad no es que el alumno realice un discurso muy elaborado; sino que se atreva a situarse frente a la clase, a romper esa barrera, y explicar algo que, al no ser una historia en primera persona, no le debería dar tanta vergüenza.
El pozo de los miedos
Antes de hablar en público, son los miedos y sensaciones negativas florecen en nuestro cuerpo, y es bueno ser consciente para poder gestionarlas y ponerles solución. Durante este ejercicio, pediremos a nuestros alumnos que se sitúen en parejas y escriban en papelitos todas las emociones desagradables que sienten cuando han de salir a hablar frente a alguien.
Por ejemplo, pueden poner lo siguiente: “siento que mis manos arden”, “las mejillas me queman”, “noto que me cuesta respirar”, “siento que quiero darme la vuelta”, “pienso que me caeré delante de todos”, “me imagino que tropiezo”, etc. Pueden ser tanto expresiones físicas como pensamientos malos.
A continuación, les diremos que rompan con todas su fuerza esos papeles, los pisen, los arruguen, los destrocen… y los lancen a un pozo imaginario (habremos marcado en el suelo de la clase con tiza una circunferencia) donde caen y ya no pueden salir. Seguidamente, les diremos que cierren los ojos e imaginen que han que hacer una exposición importante. Esta vez la harán genial, tan bien que saldrán muy contentos de ella. Además el público les aplaudirá y sentirán cómo su pecho se llegan de orgullo. Ya nada tiene que ver con los miedos e inseguridades de antes, son una persona nueva.
Me gusta creer que no existen los malos oradores, sino falta de práctica. Así que, ha llegado el momento de poner a raya nuestro pánico escénico y atrevernos a continuar creciendo y aprendiendo, ¿no te parece?